TOVLI 64

TOV: ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA LA DIFUSIÓN DE NUESTROS VALORES

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Tishré 5761 Favor de cuidar la santidad de esta publicación y no trasladarla en Shabbat en la vía pública. # 64

En este número:

10 cosas que aprendí desde que estoy en Teshubá

Un Suceso Probado y Comprobado

Noticias de TOV Internacional

 

10 cosas que aprendí

desde que regresé en Teshubá.

1.- Que el camino de la Torá es mi camino a casa.

Yo siempre me sentí como fuera de lugar. Como que hacer lo correcto no estaba de moda. Si alguien me prestaba un veinte para hacer una llamada de teléfono (antes con esa moneda se hacían las llamadas) y yo lo devolvía, me decían “Ay, qué payasa”; y yo no podía quedármelo, tenía que pagarlo de regreso. Ahora sé que hacía lo correcto.

Así como esto, muchas cosas de mi vida, que me fueron inculcadas, aunque en un ambiente no religioso, ahora cobran sentido, y ahora con más fuerza puedo seguir un camino que está hecho a la medida para mí, al igual que a la medida de cualquier yehudí.

2.- Que el Shabbat es un oasis en el tiempo.

En medio de este mundo acelerado, si no fuera por Shabbat, yo seguiría en el acelere total. Tal vez pasando mi vida de largo sin detenerme a contemplarla, ni a mi vida, ni a mi familia, ni al mundo en general. Yo siento que antes vivía en un mundo del futuro, no percibía el momento presente, en mi mente iba un paso adelante en mi lista de quehaceres. Ahora el viernes en la tarde, la lista se guarda en un cajón, ni siquiera la tengo a la vista, y me dedico a vivir el momento, sin nada que me preocupe, sin ningún pendiente, me siento a saborear la comida y la charla de sobremesa que nunca tenemos igual entre semana. Créanme, uno dice que puede hacerlo en cualquier momento, que no necesita de Shabbat, pero el caso es que NO LO HACEMOS. Dejo las lecturas más sabrosas para Shabbat, y contemplo lo que leo en mi mente; a veces las ideas penetran más profundamente, a veces no. A veces sólo me la paso jugando juegos de mesa con mis hijos. Pero es realmente sentir y no pensar en preocupaciones.

3.- Lo que no se logra con amor, no se logra.

Si yo forzara a mis hijos, o a mi familia a seguir mi camino a la fuerza, ¿qué estaría logrando? Tal vez logre que hagan más Mitzvot que antes, pero cuando mi rango de influencia ya no esté, ¿qué va a pasar?

Aprendí que la Mitzvá de Brit Milá la hizo nuestro Patriarca Abraham Avinu con amor y con alegría, y esta Mitzvá sigue aún hoy en día, a pesar de lo inverosímil de ésta, ante un mundo de alta tecnología y ciencia avanzada. La gente más alejada la cumple, ¿por qué?

4.- No puedo hacer cambiar a la gente, sólo yo puedo cambiarme a mí misma.

Esto ha sido algo de lo más difícil que he aprendido. El único control que tengo es con respecto a mis propios cambios externos e internos. No existe absolutamente nadie al que yo pueda cambiar.

5.- A veces los logros no se notan, pero allí están.

En mi caso particular, lograr que se me aceptara como shomer Shabbat era uno de mis temores principales, viviendo en un medio ambiente totalmente secular.

Pero para mi sorpresa, poco a poco ha habido aceptación. No fue perceptible, pero se fue dando.

6.- La Torá llena la vida, pero no alcanza la vida para abarcarla, y no importa.

La Torá ha hecho más tolerable mi vida, me ha iluminado en momentos de desesperación, me ha calmado y ha sosegado a mi alma inquieta. Al principio me decía a mí misma, ¿cuándo voy a poder aprender todo lo que hay que aprender? NO me va a alcanzar la vida. Pero ahora sólo disfruto del camino. No voy a abarcarla toda. Cuanto más aprendo, más distancia hay por recorrer. ¿Cuándo vamos a alcanzar el infinito? Nunca. Pero no importa.

Estar en el camino es suficiente.

7.- Un jidush o una idea captada de la Torá da un placer duradero que siempre que lo recuerdo, me da ese placer inicial.

Hay muchas ideas que me han cambiado. Pero una de ellas es que el Sol nos da un ejemplo de la beneficiencia Divina. El sol no cambia, pero actúa de diferente manera sobre las cosas en la tierra. A algunas, las quema, a otras las blanquea... Así es Hashem, Él es el Eterno, y no cambia, pero si yo cambio aquí en la Tierra Su Berajá llegará de maneras distintas.

Otra idea es que el hombre, astronómicamente es una mota infinitesimal del vasto cosmos, pero astronómicamente el hombre es el astrónomo. Este tipo de ideas y otras muchas más me dan para pensar y sentir placer cada vez que las medito.

8.- “Nunca” puedes equivocarte si eres fuerte y permaneces en silencio.

Si yo les platicara cómo este consejo me ha salvado de más de un problema conyugal y familiar... Un día, mi esposo llegó de mal humor del trabajo.

Muchas veces como esposa me siento aludida en tal humor, pensando que algo que hice lo puso así. Aunque me diga que no es así, muchas veces medita uno que si una fuera mejor esposa, o cocinara más rico, o un sinfín de etcéteras, podría cambiarle el humor a él. El caso es que en lugar de insistir de si hay algo que pudiera yo hacer, si el problema es conmigo o no, decidí quedarme callada. Así pasaron 24 horas, al final de las cuales, mi esposo me comentó por qué había estado de mal humor el otro día. Y no tenía nada que ver conmigo. Si yo hubiera empezado a dar mi opinión el día anterior, hubiera abierto un capítulo que tal vez no tenía nada que ver en ese momento y habríamos acabado discutiendo.

9.- Si pides demasiado, no recibes nada.

Yo soy diseñadora gráfica y como tal he incursionado en el mundo del arte. A veces he pintado cuadros, a los cuales al darle el toque final, los arruino. Un arte dentro del arte (si me permiten la redundancia) es saber cuándo parar. También en diseño, a veces menos es más. Hay mensajes que entre más cortos y concisos, mejores.

Al tratar de educar a mis hijos por el camino de la Torá, lo cual a veces no es fácil en un ambiente secular, he notado que pidiendo menos logro más.

Un día, por enécima vez le estaba recordando a mi hijo de decir una berajá antes de comer. Y la dijo pero con tono de fastidio. Hablé con él y le pregunté si quería que le siguiera recordando o no, y me dijo que no. Así que me abstuve. Al principio cuando se le olvidaba, me costaba trabajo no decir nada. Pero con el tiempo, él solo dice las berajot, y las dice tan bonito que valió la pena aguantarse.

10.- No podemos saber el propósito de la existencia de cada ser humano que conocemos.

Pero si están aquí es por algo. Si Hashem los mantiene aquí, ¿quiénes somos nosotros para despreciarlos o para restarle valor a su existencia?

11.- El verdadero exilio lo tenemos dentro de nosotros.

Si, ya sé que el título dice las 10 cosas que he aprendido, pero se me “pegó” esta última y creo que es importante.

La falta de tolerancia hacia las diferencias que he notado, empezando por mí misma, al empezar este maravilloso camino de la Torá, creyéndome con la verdad última del mundo, que la Torá sí lo es, pero no necesariamente mi interpretación de ella. Para poder llegar a decir eso me falta un camino muy largo de estudio, de reflexión y de cambios en mis rasgos de carácter, y aun así, quizá no llegue a saber cuál es la verdad última para poder transmitirla.

Pero sí he logrado aprender algo es esto: mi vida, mis experiencias mi reflexión me llevaron a seguir este camino. Cada uno tiene derecho a llegar al suyo propio ( el cual no necesariamente será el correcto). Y así creo que Hashem lo decide, porque si no, ¿por qué hay tantas diferencias? Y no me refiero sólo a los que siguen los lineamientos de la Torá y a los que aún no siguen todos los lineamientos de la Torá. Me refiero a todos los yehudim. Desde chica, me ha dolido tanto oír cómo nos llamamos entre yehudim, según nuestro origen, con nombres que a veces tienen tono despreciativo. Peleas entre hermanos si tal Mitzvá es mejor hacerla así o de otra manera. Yo no soy quien para juzgar quién tiene la verdad. Pero mientras no haya amor y unión entre nosotros, ¿cómo podemos salir del exilio?

Aún sigo caminando. Y estoy segura de que aprenderé muchos más puntos, Beezrat Hashem, y Le agradezco el privilegio que me otorgó de así poderlo hacer.

 

Un Suceso Probado y Comprobado

Esto sucedió en mi propia persona hace algunos años atrás. Era un joven "normal", yehudí que respetaba Rosh Hashaná sin falta, Yom Kipur, Pésaj, y a todas ellas no faltaba por nada del mundo; llegaba puntual a la Sinagoga, sólo estacionaba el coche y enseguida me metía a rezar), afortunadamente a este buen yehudí se le criticaba mucho porque no platicaba y, raro, se ponía a rezar como podía sin parar preguntándole a su papá en qué hoja iban si se perdía porque su hebreo no era bueno y no estaba acostumbrado a rezar... ah... pero el Tefilín todos los días menos Shabbat además el Shemá y “fiuuuuu” era mucho tiempo el dedicado a rezar.

Un año decidió el joven cambiar de forma de vivir y empezó a buscar con quién casarse pero claro, la presión social era de esperarse muy fuerte: “Ésta no te conviene”, “No tiene buen nombre la familia”, “No me gusta la muchacha para ti”, “Tú necesitas algo mejor”, etc., etc. Opinaban desde la tía hasta la abuelita y por supuesto la mamá... entonces empezaron a desfilar más o menos en 4 años unas 50 yehudiot y por una razón u otra, “no eran dignas del gran muchacho que por supuesto era yo”. Yo ya estaba un poco cansado de la situación porque para algunas yo no les parecía del todo “ese gran partido”.

Entonces este "yehudí" fue como todos los años en su coche a la Sinagoga en Rosh Hashaná y su papá le preguntó: “¿Quieres subir al Séfer?”, y le respondí que no, pues no sé cómo se hace eso. “Ándale, no pasa nada, nada más dices la Berajá y eso es todo”, dijeron los tíos y primos que para eso sí se ponían todos de acuerdo.

A nadie le gusta subir por ignorancia pero al que fuera a subir lo “alentaban” con burla pero en fin, me resigné y acepté el súper reto de subir a la Torá.

En el tiempo que pasó que fueron aproximadamente 5 minutos, reflexioné qué es lo que yo estaba a punto de realizar y subí al Séfer. El señor que leía el Séfer me dijo que dijera la Berajá y que luego pusiera la mano en el Séfer; me enseñó las letras y me dijo que pidiera lo que quisiera a Hashem pues Él estaba escuchando especialmente en ese momento.

Me sentí realmente sacudido por sus palabras y le pedí a Hashem que me mandara a mi pareja para toda la vida pero que me la pusiera en mi camino para que yo supiera cuál iba a ser. Terminó de leer el Séfer, dije la Berajá, bajé de la tebá, todos me decían jazak uBaruj, yo no sabía ni qué quería decir eso y por supuesto menos qué contestar más que un respetuoso gracias. Me puse nervioso y decidí salir del templo a tomar aire y en ese momento la vi. Era una preciosa yehudiá enfrente de mis ojos, no a la derecha ni ala izquierda sino enfrente, como los caminos de Hashem.

Le pregunté cómo se llamaba y me respondió y así comenzamos a platicar 30 minutos, me dio su teléfono y después de un año estando bajo la jupá, Hashem me cumplió mi pedido: gracias Hashem.

Esta historia me parece sorprendente pero no termina aquí: 13 años después, un primo tenía un problema pues no encontraba novia y yo le decía: “Pídesela a Hashem”, pero no hacía.

Faltaba algo para que sucediera un milagro.

El siguiente Rosh Hashaná estando en el templo, por “causalidad” este primo se sentó justo con el primo “raro” (que era yo) que rezaba y no platicaba. Me preguntó qué rezas y le dije shajrit de Rosh Hashaná. ¿En qué página? ¿Me la pones?, me pidió.

Por supuesto, le respondí.

Y empezó a rezar junto conmigo y me seguía. Empezó la venta del petijat y le pregunté si ya tenía novia. Me respondió un poco desanimado: “No, no tengo todavía novia”. En ese momento me acordé que 13 años atrás yo tenía un problema similar por lo que le sugerí que subiera al séfer y se la pidiera a Hashem con concentración y respeto. Fue con su papá y le pidió subir, le tomaron la aliá y subió. Al regresar me agradeció.

Yo no le di tanta importancia y pasaron los días: 3 meses después se comprometió y se preparó la boda.

Yo no me había percatado del milagro hasta que en la jupá lo fui a felicitar y me dijo “Gracias, gracias”.

“Gracias de qué”, le dije. “Felicidades”.

Él me respondió: “Tú me dijiste que pidiera a mi novia en el Séfer de Rosh Hashaná y gracias a Hashem aquí estamos. Hashem me la mandó.

Ésta es una historia real: todos los días Hashem nos hace miles de milagros que no atinamos a notarlos. Esto que cuento fue probado y comprobado. Hashem escucha y si uno le pide de corazón y cosas importantes, Él nos apura Su Berajá.

NOTICIAS DE TOV INTERNACIONAL

Los días 7, 8 y 9 de septiembre se llevó a cabo el VII Seminario de T.O.V. en Argentina, ante un numeroso público cercano a los 200 Yehudim (ken yirbú) compuesto principalmente de jóvenes profesionistas e intelectuales.

Baruj Hashem los resultados finales tanto del Seminario como de las conferencias multitudinarias previas al mismo, impartidas por el Rab Betech durante la semana, fueron muy buenos.

Les enviamos a todos nuestros queridos hermanos argentinos, un caluroso Shaná Tobá Umborejet.

YESHIVÁ LÉKAJ TOV.

La Yeshivá Lékaj Tov para Baalé Teshubá en Monsey NY que estaba impartiendo clases en hebreo e inglés, abre sus puertas ahora en español, a jóvenes de cualquier parte del mundo que quieran estudiar con seriedad. (Los interesados favor de pedir su hoja de inscripción).

CLASES Y CONFERENCIAS

HORARIOS DE VERANO

Hombres y mujeres:

Filosofía de la Biblia: lunes a jueves de 20:20 a 21:15 hrs.

Conferencias: miércoles 21:15 hrs. Temas de interés general. Dr. Isaac Betech

Mujeres:

Educación de los hijos: martes 12.00 hrs. Debbie Betech

Perashat Hashabúa: sábados 18:30 hrs. Dr. Obadiá Maya

Hombres:

Antología del Talmud: lunes a jueves de 18:50 a 19:50 hrs. Dr. Isaac Betech

ALGUNOS SERVICIOS QUE OFRECEMOS:

Cassettes: diversos temas de interés general (préstamo sin costo alguno y/o venta).

Cocinas Kasher: te ayudamos a Kasherizar tu cocina (servicio gratuito a domicilio).

Orientación y asesoría personalizada: envíanos tus dudas o inquietudes vía fax, e-mail o correo. Consultas personales previa cita.

Miniseminarios: conferencias de 2 a 3 hrs. para grupos nuevos, solicitándolas con anticipación.

NUEVO HORARIO PARA LAS CONFERENCIAS

DE LOS MIÉRCOLES:

21:15 - 22:15 hrs.

CON VALET PARKING

 

Si vas al bet hakenéset para hablar…

¿A dónde vas a ir a rezar?